jueves, 9 de octubre de 2014

El corsario poeta

el tiempo pasa y la experiencia pesa,
el viento llena y la vida se cierne,
así hemos de volver día a día a casa,
y dormir en una solitaria cama perenne,

no hay recuerdo del pasado tan bello,
y a la vez de tanto dolor de velocidad,
intenso punzo en forma de sello,
marcando las entrañas sin vanidad,

pues creo que todo llega rápido,
y igualmente de rápido se va,
porque nada es eterno y valido,
menos el sentimiento que no se va,

se queda para acunar esperanzas,
bailar entre la llamas del rojo,
jugar al escondite en el pecho,
y morir finalmente en la barcaza,

navegando sin destino, de nuevo,
me hallo bajo el soslayo del cante,
de la sirena en su lejanía, y acabo,
de volver la mirada para el avante,

esperame noches sin estrellas,
noches sin lunas que iluminen,
copas de ron y dagas corsarias,
que marcan mi ánima en el amen,

no hay dios que proteja este viaje,
solo rezare a la lejanía por tiempo,
indefinido para encontrar el bajel,
del que baje en una ida al campo,

espero escuchar de nuevo el cántico,
pues no estoy registrando las estrellas,
no miro al cielo, quiero vida sin abanico,
y que el destino me traiga a tus miradas,

a esos ojos de una sirena un día enamorada,
de un corsario perdido en el tiempo,
medio trovador y poeta entrenado,
solo para luchar con capa y espada,

pues mi ultima gran batalla seré yo,
cruz de caravaca a mandoble sangrada,
lance perdido, mi yugular ahogada,
 pues mi muerte en justa espero,

y si triunfal del combate vuelvo,
mi otro yo ya en el suelo respira,
pues el sabrá que podre grito,
grito de que vuelvo sin lira.